Claudia Goldin: Premio Nobel al estudio de las brechas de género
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Por Inés Berniell, María Edo y Mariana Marhionni / Diciembre-2023 /
Originalmente publicada en Ciencia Hoy, Volumen 32 número 188
Este año, el premio en economía instituido por el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel fue otorgado a Claudia Goldin, economista estadounidense y profesora de la Universidad de Harvard, ‘por haber mejorado nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral’. Sus investigaciones constituyen un cuerpo de conocimiento que permite entender mejor las razones detrás de las brechas de género que aún persisten en los mercados laborales de todo el mundo, explicar los cambios de estas brechas a lo largo del tiempo y las diferencias entre países.
El mercado laboral bajo la lupa de la historia
Con un enfoque original que combinó la economía laboral con la historia económica, Goldin arrojó luz sobre las causas detrás de las brechas de género en el mercado laboral y su evolución a lo largo de los últimos dos iglos. A partir de un esfuerzo titánico para rastrear datos que solo existían en papel y que estaban desperdigados en archivos físicos a lo largo de todos los Estados Unidos, la investigadora de Harvard llegó a conclusiones que desafiaron concepciones simplistas e incluso erróneas. Por ejemplo, mientras que algunos economistas sugerían que el aumento en la participación laboral de las mujeres en el siglo XX era una consecuencia directa del desarrollo económico, la meticulosa investigación de Goldin reveló que la evolución a largo plazo de la participación laboral femenina sigue en realidad un patrón en forma de ‘U’. Como ilustra la figura 1, el paso de la agricultura a la industrialización en los Estados Unidos llevó a una caída drástica en la participación de las mujeres en el mercado laboral durante el siglo XIX, para luego retomar un sendero de crecimiento marcado por cambios en la estructura económica y avances tecnológicos.
En cambio, otros hallazgos que documentó Goldin hoy parecen obvios: que las mujeres participan menos en el mercado laboral, que cuando lo hacen trabajan menos horas y en ocupaciones peor remuneradas, que se enfrentan a techos de cristal y, como consecuencia, tienen salarios más bajos que los hombres. Apeló a su lupa de historiadora para entender las dinámicas que explican estas diferencias. Encontró que, en la década de 1940, estas brechas se debían principalmente a dos factores: la educación y la discriminación. En efecto, los hombres tenían más años de educación formal y por lo tanto participaban más (y mejor) del mercado laboral. Y también había discriminación explícita e implícita en contra del trabajo de las mujeres. No solo existían regulaciones específicas que impedían la participación de las mujeres en ciertos ámbitos, sino que también enfrentaban discriminación debido a reglas no escritas.
Goldin mostró que, con el tiempo, estos factores dejaron de ocupar un lugar tan preponderante. Por un lado, las leyes discriminatorias fueron abolidas. Por otro, los niveles de educación y las elecciones ocupacionales de las mujeres se volvieron más parecidas a las de los hombres. Sin embargo, a pesar de estos avances, las brechas de género en el mercado laboral aún persisten. ¿Por qué ocurre esto? Goldin se adentró en sus datos históricos en busca de una nueva explicación.
La revolución silenciosa
Una de las grandes contribuciones de Goldin ha sido mostrar que el principal cambio en el mercado laboral en el último siglo es lo que llamó ‘la revolución silenciosa’: las mujeres pasaron de salir a trabajar solo ‘para parar la olla’ a pensar su inserción laboral como parte de su identidad social. De pensar en términos de ‘empleos’ pasaron a diseñar ‘carreras laborales’.
Los signos de esta revolución fueron evidentes a partir de la década de 1970 en los Estados Unidos y otros países desarrollados, donde se produjo un aumento importantísimo en la matriculación de las mujeres en la universidad y en sus salarios relativos a los de los hombres, a la par de un aumento de su participación laboral. Goldin reveló dos factores detrás de estos cambios. El primero se vincula a las expectativas. En un artículo de 2006 mostró que, a diferencia de generaciones anteriores, donde muchas mujeres se sorprendieron trabajando cuando pensaban que siempre serían amas de casa, las mujeres que alcanzaron la edad adulta en las décadas de 1970 y 1980 tenían la expectativa de tener carreras laborales duraderas y, como resultado, optaron por invertir en una educación superior. Esto se combinó con un avance tecnológico de la década de 1960: la píldora anticonceptiva. En un trabajo de 2002 junto con Lawrence Katz, mostró cómo las mayores inversiones en carreras profesionales fueron impulsadas por esta innovación. Estos cambios, a su vez, fueron el motor de otros: la postergación del matrimonio y la maternidad, y la reducción en el número de hijos.
Las brechas que persisten y el efecto maternidad
Así y todo, las brechas de género siguen siendo considerables. Según datos de GenLAC, la iniciativa del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata para la equidad de género, en la Argentina la participación laboral de las mujeres es 20 puntos porcentuales menor que la de los hombres y, las que tienen empleo, ganan 25 % menos porque trabajan 9 horas menos por semana, en empleos de menor calidad, peor remunerados y en empresas menos productivas. Es que en esta ‘revolución silenciosa’ las mujeres se han encontrado con un obstáculo adicional. Si ahora hombres y mujeres quieren tener una carrera laboral y además una familia, ¿quién se va a encargar de hacer todas esas cosas necesarias para que la cosa funcione? En un artículo de 2010 con Katz y Marianne Bertrand, Goldin documentó que, enfrentados al enorme desafío de la paternidad, son las mujeres las que ajustan sus roles en el mercado laboral para sostener la crianza de los hijos. Como ilustra la figura 2, la maternidad implica un quiebre en las trayectorias laborales de las mujeres y abre una brecha entre géneros que no vuelve a cerrarse.
También mostró cómo las normas sociales y la penalidad salarial al trabajo flexible son claves para entender las brechas actuales. Su argumento es que los trabajos bien remunerados son muy poco flexibles y por lo tanto difíciles de conciliar con el cuidado de los hijos. De acuerdo con Goldin, es justamente ahí donde se encuentra la llave para cerrar las brechas de género. Sostiene que la igualdad en el mercado laboral se podría alcanzar si se cambiara la estructura de los empleos y las remuneraciones de modo tal de no premiar las jornadas largas o el trabajo en horarios específicos (vespertinos, por ejemplo). En su artículo de 2016 junto a Katz muestra que esta es exactamente la explicación de la notable igualdad salarial entre hombres y mujeres en la industria farmacéutica en los Estados Unidos.
Mientras tanto, en América Latina
La investigación de Goldin se centra en los Estados Unidos, pero en diversas investigaciones junto a nuestras colegas Lucila Berniell y Dolores de la Mata hemos encontrado resultados similares para América Latina. La llegada del primer hijo abre brechas en las trayectorias laborales de hombres y mujeres que no vuelven a cerrarse. Y en nuestra región se suma un factor adicional: entre las que vuelven a trabajar después de la maternidad, las tasas de informalidad crecen, con las conocidas consecuencias negativas en términos de protección social, salarios y proyección futura. ¿La razón del cambio? La búsqueda de flexibilidad laboral para conciliar familia y trabajo.
Durante años, la investigación de Goldin ha sido fuente de inspiración para nuestro trabajo sobre brechas de género. Esperamos que este premio motive a más personas en nuestro país a comprender estas brechas, identificar sus causas y consecuencias y a buscar soluciones efectivas para cerrarlas. Esto nos debe importar no solo por una cuestión de equidad. En palabras de la Academia Sueca, ‘reducir la brecha de género en el empleo y mejorar la asignación del talento femenino podría llevar a aumentos significativos en el PBI.
Lectura sugeridas
BERNIELL I, BERNIELL L, DE LA MATA D, EDO M & MARCHIONNI M, 2021, ‘Gender gaps in labor informality: The motherhood effect’, Journal of Development Economics, 150: 102599.
GOLDIN C, 1995, ‘The U-shaped female labor force function in economic development and economic history’, en Schultz T P (ed.), Investment in Women’s Human Capital and Economic Development,
University of Chicago Press.
GOLDIN C, 2006, ‘The quiet revolution that transformed women’s employment, education, and family’, American Economic Review, 96 (2): 1-21.
GOLDIN C, 2014, ‘A grand gender convergence: Its last chapter’, American Economic Review, 104 (4): 1091-1119.
GOLDIN C, 2021, Carrer and Family: Women’s century-long journey toward equity, Princeton University Press.
GOLDIN C & KATZ LF, 2002, ‘The power of the pill: Oral contraceptives and women’s career and marriage decisions’, Journal of Political Economy, 110 (4): 730-770.
REAL ACADEMIA SUECA DE CIENCIAS, 2023, ‘History helps us understand gender differences in the labour market’. www.nobelprize.org/prizes/economic-sciences/2023/popular-information/
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